por una PLENA visión del Universo
* * *
Observación, percepción,
intuición, introspección, constancia, superación...
Por este orden
y sin límite de continuidad deberíamos, los seres humanos, ser más PERSONA; mejores en nuestra formación y
en nuestra búsqueda inquebrantable de la
Verdad y, por ende, de la Realidad. La búsqueda permanente de un auténtico
entorno y no la contumaz envidia debería ser el estandarte, y santo y seña, del Supremo Humanismo y de la Veracidad
da las cosas.
No es lo mismo
información
que formación;
no es lo mismo formación que instrucción y no es lo mismo instrucción
que Educación.
Los actuales
antivalores, sumos hacedores y
omnipresentes en nuestras estafadas vidas, nos arrojan a una "cacareada" competencia y a una
desmedida ambición como únicos y exclusivos motores de un supuesto desarrollo
de la humanidad... "Las sociedades/civilizaciones han evolucionado
gracias a los progresos tecnocientíficos: mayor esperanza de vida, más calidad,
más confort,..." Pero, también, han avanzado gracias a una búsqueda
irrefrenable de poder, de indisimuladas riquezas, afán de conquista, de
sometimiento, de dominio, de humillación, de brutalidad. El poseer y el no-ser es, en una
gran medida, el que ha conformado al homo hábilis, al homo faber, al homo œconomicus, al zoon politikon,... etc.
¿Y la PERSONA, como identidad marcadamente
mejorable, ha progresado; se siente mejor consigo misma, vislumbra una sociedad
más auténtica, más libre; en definitiva, más acorde con su propia esencia? El
conocimiento del medio es condición sine qua non para estar situado en el
posible camino de la comprensión y de la excelsitud. Por tanto, deberemos
rehuir de intermediarios e "intérpretes"
de ese mismo entorno.
Todo es
criticable, y todo es cuestionable, en pos de la Verdad, de la Justicia y
de una, y exclusiva, Realidad. El
pseudo universo en el que nos "empequeñecemos"
como PERSONAS es eso: un falso,
efímero y pestilente estercolero de vanidades, de envidias permanentes y un
túnel (cuasi) unidireccional de distopías vestidas de liberalismos democráticos
y mayestático exterminador de esencias divinas.
El progreso no
se debería medir; se debería, simplemente, sentir. ¿De verdad lo sentimos; lo
transpiramos; lo disfrutamos; lo vivimos? ¿De qué nos sirve transitar en una
vida más longeva si, en nuestra juventud, se nos forma y se nos instruye para
poder llegar a ser unos buenos profesionales; en nuestra edad adulta se nos
exige ser unos buenos productores y en nuestra segura senectud se nos aparca en
luminosos y confortables geriátricos? Seremos, somos y fuimos números. Se nos
trata como rebaño, en permanente uso, hasta nuestra segura caducidad. Incluso,
en la misma vejez, se nos manipula y ultraja en beneficio de intereses
maniqueos y, vomitivamente, obscenos. Tontos hasta el mismísimo final de
nuestras periclitadas vidas. Tontos nacimos, como tontos nos trataron y como
tontos nos fuimos. Las ensoñaciones son infinitos caminos el que ninguno de
ellos se diseñó para un esperado final. De un inicio que nunca comenzó; de un
final que jamás acabará.
Solo es
posible una Verdad, una Justicia y, por todo ello, una única y
exclusiva Realidad. La PERSONA es solo una; las visiones
infinitas. Los Valores son eternos,
como eterna es la Verdad, como
eterna es la Justicia y como eterna
es la Realidad:
Luz eterna,
Luz verdadera,Luz justiciera,
Luz de la realidad.
Neguemos la fugacidad,
Neguemos las mentiras,
Neguemos las injusticias,
Neguemos la falsedad.
Seamos eternos,
Seamos verdaderos,
Seamos justicieros,
Seamos realidad.
Neguemos la relatividad,
Neguemos las modas,
Neguemos la modernidad,
Neguemos la vacuidad.
Seamos críticos,
Seamos creadores,
Seamos artífices,
Seamos plasticidad.
Neguemos la liviandad,
Neguemos la homogeneidad,
Neguemos la globalidad,
Neguemos la uniformidad,
Seamos soles únicos,
Seamos lunas perfectas,
Seamos uno,
Seamos la totalidad.
Seamos forjadores de magníficas existencias,
Seamos redimidos críticos,
Seamos insignes viajeros,
Seamos paladines de la verdad.
Seamos luz del entendimiento,
Seamos el uno y el infinito,
Seamos PERSONAS,
¿De lo demás?... ¡qué más da!
Santiago Peña
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