domingo, 11 de octubre de 2015

ÉTICA Y LIBERTAD


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Siempre que mis actos generen consecuencias positivas para los que me rodean, diremos que la Libertad ejercida es una verdadera Libertad porque, toda ella, es, evidentemente, Ética.

Por lo tanto: la conquista, irrenunciable, de la Libertad (de unos y de otros) es la concreción de un mundo plenamente Ético. La Justicia y la Libertad habrán alcanzado la mayoría de edad de la Humanidad. Todo lo existente se desarrollará en una franca Armonía; la Verdad, en todo su esplendor, se hará plenamente presente. Desde la Metafísica clásica, u ortodoxa, se dice que la Verdad es Dios. Más bien, habría que plantearse, que la Verdad define a la Realidad. Sólo una Verdad; sólo una única Realidad. El mismo Universo (Todo Uno) es la única, e incuestionable, Verdad.

La Sapiencia como culmen de la Virtud. La PERSONA Sabia es Verdaderamente Buena. No hay fortaleza más evidente que la Virtud. La Integridad de la PERSONA como suma de todos los Valores; como síntesis de todo lo que nos hace ser auténticamente Humanos.  

En cambio, ser egoísta, coarta nuestra Libertad. El mal, concebido por actos cortoplacistas, genera nuestra propia falta de Libertad. El mal es la debilidad personificada; es lo incompleto y es la inmadurez del individuo, de la tribu o de toda una sociedad. La violencia es impotencia. Los seres inmaduros son violentos por su innegable debilidad: "Mi mundo" es un mundo limitado, sin perspectiva, ciego, sordo, enano, insensible, imperfecto y, sobre todo, negacionista de la verdadera Realidad. Las falsas realidades, son sólo eso: ilusorias, aparentes y efímeras. No seremos; siendo "carceleros" de nuestras propias subsistencias.

El sentirse, "verdaderamente", libre implica: no atentar contra uno mismo, no agredir al resto de nuestros congéneres y  no destruir el entorno (todo lo que representa la naturaleza). Por lo que el fin último de cualesquiera sociedad/civilización, realmente evolucionada, es el Bien Común de toda existencia pasada (conservación), presente y futura.

No obstante, cuando los infinitos procesos de la vida eclosionan, generan identidades dispares y/o contradictorias. Es el caos que, perfectamente diseñado y propio de su ingénita inmadurez, da a luz engendros; seres grotescos, pero poderosos. Los mismos son capaces de todo tipo de creaciones maravillosas y, a la vez, deleznables y/o monstruosas. A estos resultados no esperados, por formar parte del caos, lo llamaremos "el mal".

Todo ello, nos lleva a la maldad que es la alteración forzada; violentada, de lo inicialmente armónico. Cuando se ejerce la fuerza sobre el mal la consecuencia, pretendidamente no deseada, es más mal. A toda acción de fuerza se produce una reacción igual, o superior, de más fuerza. Es decir: de más maldad. No de fortaleza, si no de más debilidad.

En cambio, el Bien es el resultado (preconcebido, autónomo y maduro) de actos armónicos. Es decir: la natural, y esperada, síntesis del Equilibrio Cósmico.

Por este principal motivo los individuos inductores, o generadores, de actos malignos transitarán en un mar de infinita tortura existencial, agonizando en un océano de incombustible dolor interior y de permanente debilidad. En definitiva: no se aman; no se respetan. En el fondo: se odian; proyectándolo hacia el exterior con salvaje fuerza, en algunos casos, o en movimientos fríos, en otros. "Máquinas" con fecha de caducidad. Todo lo maquinal, por definición, es impersonal, limitado y heredero de todas las imperfecciones humanas. En sus torpes movimientos no conciben la Libertad y no saben que es la Paz. No son honestos con ellos mismos y, por supuesto, con el resto de la Humanidad.

Por consiguiente: el Azar no existe. Simplemente que no conocemos la cadena de acontecimientos provocados por una causa primera. Todo principio tiene su(s) consecuencia(s) que afectará, en mayor o menor medida, a todo lo adyacente...

-Actualmente,  para justificar el asesinato de PERSONAS inocentes en las múltiples guerras que nos asolan, se ha acuñado (eufemísticamente) la siguiente frase: "Daños colaterales". Hablemos con propiedad: crímenes de guerra. Toda guerra es un crimen contra la Humanidad, y es el mal en su máxima expresión-

Seguimos siendo unos "monos con dos pistolas". Peligrosos y autodestructores. La maldad como prueba de nuestra evidente, e insoportable, inmadurez. El género humano es autodestructivo porque en el fondo nos odiamos; nos ignoramos; no nos soportamos y, lo más grave, no nos conocemos. Y consecuencia de todo ello: no nos Respetamos. Lamentablemente no somos muy propicios a emplear, desde la Humildad más absoluta, esta Superior Actitud.

La Libertad como culmen de nuestra anhelada madurez.  En cambio, nuestras sociedades son oscilantes y no lineales en el tiempo. No existe una "cacareada" evolución. Damos un paso y retrocedemos dos. A nivel científico-técnico no lo pongo en duda -¡faltaría más!- Pero,... en el plano del Espíritu, me temo que no...

La civilización occidental fue depositaria de Valores Universales que han sido maltratados, despreciados y  (en el mejor de los casos) desterrados, en pos del utilitarismo, la apariencia, la modernidad, la relatividad (Ética y Moral), la fatuidad, el materialismo, la vacuidad, la vulgaridad, la indolencia y, como recapitulación a todo lo expuesto, a una total irresponsabilidad (las mal llamadas "responsabilidades compartidas" ¿...?). El mal causado no es nominativo y, por lo tanto, "no tiene dueño".

Nos debemos a nosotros mismos. Regenerarnos; cambiar para, efectivamente, cambiar. No cambiar (giro de 360º) para quedarnos igual. Estamos obligados a recuperarnos o, inexorablemente, nos autoextinguiremos. Ética, Moral, Verdad, Razón, Bondad, Solidaridad, Responsabilidad, Integridad y, sobre todo, Dignidad, son Valores Universales que caracterizan al Género Humano. Si no es así, no nos deberíamos calificar como tal. Más bien... unos simples humanoides tecnológicos.

Lo que, verdaderamente, cambiará el mundo no es la perfecta utilización de las máquinas, o el total dominio de las múltiples ciencias, si no la potenciación de la PERSONA: el enriquecimiento espiritual, la plena madurez, la permanente, e incuestionable, utilización de la Verdad y del Sentido Común. Coherencia, Honestidad, Lealtad y Humildad son ramilletes de la Excelsitud. Es decir: Debemos reconquistar la Aristocracia del Espíritu; lo mejor de nosotros mismos.

El Poder Hacer implicará, posiblemente, Felicidad. El Poder positivo, el Poder en mayúsculas, es el Bien; es el Bien Común o el máximo bien posible a toda la comunidad. La Autoridad es el conocimiento enjuiciado; es Integridad. En definitiva: es el Saber, expresamente reconocido, es Sapiencia y es Virtud.

La total desnudez hace a la PERSONA. Lo demás: artificio, angustia y frustración. Nacimos desnudos y desnudos nos iremos. Nada seremos por mucho que tengamos. La Libertad no es tener; la Libertad es la Potencia (o capacidad) de Poder Ser. La Ética induce, invariablemente, a la Libertad. El no depender del Tener libera: "nada tengo"; luego soy "dueño" de mí Potencia para Poder Ser. El Poder Ser lo que uno quiera Ser, respetando a los demás, se llamará Libertad. Conforme más seamos (el Poder Ser uno mismo), más libres nos sentiremos.

No hay mayor camino hacia la Libertad que el Poder Ser


Santiago Peña


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