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La Modernidad,
se dice que es una cualidad. Es decir: la cualidad de Moderno. ¿Qué entendemos por Moderno?
Todo aquello que se desenvuelve en una (deseable) permanente actualidad ("aquello": puede ser desde una
prenda de vestir, hasta una teoría científica). La ciencia no transforma:
recrea los mimbres de un "falso"
progreso. La Modernidad certifica su
autoextinción, propia de su imposible perdurabilidad. Todo aquel que persista
en vivir en la más actual Modernidad
vagará en el laberinto de la Caducidad.
No hay nada más anacrónico que intentar coexistir, falsamente, en una incesante
Modernidad. Es lo pasajero; es la
extinción asegurada en un viaje sin retorno; es el olvido; es lo momentáneo; es
lo mediocre; es lo falso y es lo grosero. Son continentes; son embases fugazmente
bellos pero, a la vez, efímeros.
Los llamados cambios sociales, destinados a un
teórico progreso, son, en realidad, retrógrados (eufemísticamente llamados de
la Modernidad); son la descarada
contraposición de, lo que llamaríamos, la Cultura
de la Tradición. Cualquier obra de
arte, arquitectónica, musical, científica, literaria,...etc., pasará de lo
perecedero, a lo Clásico si,
realmente, ha logrado aportar, a lo largo del tiempo, un verdadero Contenido a la Humanidad. El Continente
se degrada; el Contenido perdura. Lo
"Antiguo" es lo más actual y, por lo tanto, el tiempo no
cuenta. Por lo que transitamos en una permanente Actualidad. En cambio, la Modernidad
es el deambular en una insoportable, y trivial, Caducidad.
Dentro de la llamada Perennidad, la Transformación
es propio de Espíritus rebeldes, bellos, revolucionarios,
íntegros, egregios; artífices de Potencialidades
Perpetuas. El nutrirnos de las
fuentes más ancestrales nos confiere el Conocimiento
más puro del Universo. Discípulos
sedientos de Amor; necesitados de Paz; buscadores irredentos del Saber; navegantes de la Eternidad. No existe lo Arcaico. A lo sumo: no poseemos el nexo
para poder comprenderlo; las "herramientas"
para poder extraer la esencia más pura del Primer
Conocimiento. El reconocer a nuestros antepasados nos brindará la clave del
Entendimiento y de la Luz.
El Saber Antiguo
(o Clásico) no se extingue, motivado
por su propia definición. Son referencias y fustes intactos de una Tradición; que no conoce límites temporales. Permanece
inalterado. Prueba de todo ello: El Entender;
el Aceptar, es ponerse en la situación del otro; siempre con respeto y,
evidente, Humildad.
La Eternidad
es el Presente Continuo; es el
permanente Conocimiento de la Realidad.
Seamos Virtuosos
y seremos Eternos
Santiago Peña
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