domingo, 4 de diciembre de 2011

SOBRE LA AMISTAD


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 No podemos exigir la perfección en los demás cuando uno carece de ella

El rasgo distintivo de la PERSONA es su humanidad. Somos imperfectos porque somos humanos; somos humanos gracias a nuestra imperfección. El pretender proyectar nuestras frustraciones, como seres imperfectos, hacia el otro y cuando no hace o dice lo que “se le exige” de él decimos, o pensamos, que no es “digno” de nuestra AMISTAD. En la cuneta de las carreteras están llenas de amistades frustradas y abortadas...

¡Estoy cansado de dejar bellas AMISTADES por el camino! ¿no será que la AMISTAD te ha abandonado a ti? Los árboles, para que nos brinden hermosos y exquisitos frutos, es preciso: cuidarlos, podarlos, abonarlos, mimarlos, amarlos… La AMISTAD es exactamente igual. 


Siempre lo he manifestado y lo mantengo: en esta vida lo importante no es tal o cual PERSONA (como elemento social único), si no la AMISTAD que podamos compartir con ella.



¿Qué es la AMISTAD?


“Es un afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato” (DRAE).


La AMISTAD (del latín amicus; amigo, que deriva de amore, amar) es una conexión de apego entre dos o más PERSONAS. La AMISTAD es una de las relaciones interpersonales más frecuentes que la mayoría de los individuos poseen a lo largo de toda su trayectoria vital.

La AMISTAD se da en diferentes niveles de la vida y en heterogéneos grados de categorías y consecuencias. La AMISTAD brota espontáneamente cuando las PERSONAS hayan inquietudes comunes, aficiones, pensamientos… Hay AMISTADES que germinan a los pocos minutos de interaccionar y otras que tardan años en materializarse. La AMISTAD VERDADERA será para toda la vida; me atrevería a aseverar, incluso, que va más allá del final de la existencia de una de las partes. El recuerdo imperecedero es el resultado.

La AMISTAD, junto con la imperfección intrínseca del ser humano, es el hecho fundamental que hace a la PERSONA un ser social. Si no hay, como mínimo, dos seres que compartan una AMISTAD, por si misma, no tiene razón de existir.

Habría que hacer una observación que, en la mayoría de las veces, nos olvidamos: Nuestro primer gran amigo somos nosotros mismos. Si no sabes amarte, difícil lo tendrás para poder amar a los demás (AMARE = AMISTAD).


La AMISTAD significa o implica:

-Aceptar al otro como es; no buscar cambiarlo. Si fuese preciso, adaptémonos nosotros a él ¡eso sí! sin renunciar a nuestra esencia.

-Solidaridad; ayuda desinteresada. “Hoy por ti, mañana por mí”. 

-No exijas al otro de lo que tú careces.

-Ayudarlo (acompañarlo) en el camino para su perfección como PERSONA.

-Paciencia infinita.

-Comprensión hasta la extenuación.

-Procúrale la mayor felicidad posible sin esperar nada a cambio; tu felicidad se halla en su felicidad.

-Siempre escúchale; no interrumpas su ritmo de expresividad. No sabemos escuchar; la mayoría de las AMISTADES se arruinan por nuestra incapacidad manifiesta en no “querer escuchar”. Los monólogos no llevan a ningún camino y el fracaso está garantizado.

-Empatía; intenta entender su reacción ante situaciones no esperadas. Analízalas porque se han producido, no sea que tú seas el principal causante de la misma. Si la procedencia fuese ajena a la AMISTAD, vuélcate en ayudarlo -¡SIEMPRE!- Te lo agradecerá; vale la pena.

-La comunicación debe fluir en ambos sentidos; canales totalmente abiertos y sin restricciones. Ante una posible situación de saturación, en la comunicación, no insistas; permítele momentos para la reflexión y, si fuese preciso, debes dejar que se equivoque. Más vale una AMISTAD que ha errado, que una AMISTAD censurada. En este caso nunca llegará a saber si se habría equivocado o no. 

-Confianza plena, total; no servilismo.

-En la autonomía se haya la verdadera AMISTAD. Salvaguardar áreas y ciertos momentos de un aparente distanciamiento no significa renunciar ella, sino todo lo contrario: preservarla. Somos individualidades; los espacios se deben respetar.

-La AMISTAD debe prevalecer por encima de egoísmos y particularidades.

-Respeta sus opiniones y su voluntad; no pretendas censurarle ni restringir su libertad. No intentes imponer tus criterios; estás despreciando los suyos.


“La imperfección de la PERSONA dignifica su humanidad”


Santiago Peña


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